martes, 12 de mayo de 2015

"La memoria se convirtió en un negocio y un instrumento político" Rodrigo Duarte Por: Rodrigo Duarte rduarte@infobae.com El venerado escritor español Javier Cercas, uno de los invitados estrella de la Feria del Libro, habló con Infobae sobre su más reciente novela, "El impostor", que aborda el increíble caso real de un falso sobreviviente de los campos de exterminio nazi



Crédito: Nicolás Stulberg
En su más reciente y aclamada novela, El impostor, el escritor español Javier Cercas cuenta la historia de Enric Marco, un popular sindicalista catalán que fue objeto de admiración durante décadas en su país debido a su supuesta condición de sobreviviente de los campos de exterminio nazi. Cuando en el año 2005, días antes de dictar una conferencia junto al ex presidente Felipe González, un historiador revela que su heroico pasado de prisionero de Hitler es una calculada fabricación, Marco pierde amigos, prestigio y se hunde en el mayor de los descréditos, propiciándole así el argumento central a Cercas para su nuevo libro que, como es habitual en su obra, es solo la excusa para hablar con deslumbrante erudición y agudeza de su propia vida pero en especial de la historia reciente de su país, atravesada por las heridas imperecederas -y redituables- del franquismo.
En su reciente paso por Buenos Aires en el marco de su presentación en la Feria del Libro, el escritor español habló con Infobae sobre el poder simbólico de su personaje principal, la irrelevancia de la novela en la discusión cultural actual, y los peligros de lo que llama "la industria de la memoria".
-Cuando comenzó la escritura de "El impostor", ¿tenía ya conciencia del poder simbólico de la historia de Enric Marco, ya de por sí potente, o fue algo de lo que se dio cuenta después?
No, yo no vi la potencia simbólica de la historia hasta que me metí en ella. Yo solo sé lo que quiero decir cuando ya lo he dicho, solo sé el alcance total de una historia una vez que la he acabado. No tengo "a prioris", yo me meto para descubrir qué es lo que hay.

-Pero tendría una intuición...
Una intuición vaga, de que ahí había algo importante.Yo no sabía lo que había en Marco, pero intuía que estaba lleno de significados.

-La estructura del libro, con falsos arranques, vaivenes temporales y rectificaciones sobre la marcha, hace creer que el proceso de escritura fue muy espontáneo. ¿Fue tan así?
No, por supuesto que no, pero me encanta que me digas que parece que sí, porque mi lema es "El arte verdadero oculta el artificio". Se trata de trabajar a muerte para que el lector no note lo que has trabajado, para que no parezca difícil. Pero la realidad es que antes de empezar a escribir El impostor ya lo tenía bastante delineado. Esa es mi manera de trabajar desde hace algún tiempo, con un esquema bastante claro antes de iniciar la escritura propiamente dicha. Lo cual no quiere decir que siga al pie de la letra todo lo que tengo planeado, claro.
-Pese a que se trata de una novela total, que es a la vez texto, metatexto, su crítica y cuaderno de notas sobre su escritura, una obra cerebral y ambiciosa, su tema también son las relaciones humanas, tanto las de Enric Marco como la suya con su hijo, y las del propio lector con su historia personal.
Es que la literatura lo que tiene que hacer es despertar problemas, crear desasosiego, inquietud. Yo no quiero que el lector lea El impostor o ninguno de mis libros pensando "Vaya historia, pero no tiene nada que ver conmigo". Lo que quiero es meterle dentro. Como dice Horacio: "La historia habla de ti". Tú eres el protagonista de este libro, y todo tiene que ver contigo, y cuando la literatura era importante, que creo que ya no lo es, planteaba todo tipo de problemas, históricos, morales, y era motivo de discusiones, de peleas. No es algo para que esté en las catacumbas o sea solo entretenimiento.
-Su preocupación por la irrelevancia en la que ha caído la novela es un tema recurrente en sus artículos periodísticos y entrevistas. ¿Por qué cree que ya no está en el centro del debate cultural?
Hubo un momento en el que la novela era un género central, la discusión se generaba en la novela. Me parece claro que ha pasado a un segundo plano, y las discusiones son sobre las series y las películas. La novela no puede hacer lo que ya hacen las series, el cine o el periodismo, ¿pero sabés qué es lo que puede hacer? Todo eso a la vez. Esa es la inmensa virtud que tiene la novela, lo que intento hacer en este libro y en otros anteriores, que sea un sitio donde quepa todo, un gran banquete con muchos platos. Hemos abandonado las posibilidades que nos ofrecía el Quijote, que era un modelo de novela donde todos los géneros cabían, la ficción, la historia, el ensayo...
-¿Por qué piensa que la novela dio un vuelco a lo convencional? ¿Imposición del mercado, pereza de los escritores o de los lectores?
Porque los escritores hemos perdido ambición. No, en realidad no lo sé, pero es un hecho. La prueba es esa recurrente discusión sobre la muerte de la novela, que para mí es completamente ridícula. Quien dice que ha muerto la novela es porque ha muerto él o ella, porque precisamente lo que tiene la novela es que es un género infinitamente maleable, cuya única regla es que no tiene reglas.
-Volviendo a "El impostor", ¿lo halaga que la gente diga que se trata de un libro "muy Javier Cercas"? ¿O lo toma como un lastre, que se está repitiendo o está dando a sus lectores lo que esperan de usted?
Yo intento que cada uno de mis libros sea distinto, no porque yo quiera ser un saltimbanqui que va de aquí para allá, sino porque un libro formula un interrogante, y como cada interrogante es distinto en cada libro, la manera de formularlo tiene que ser distinto. Cada libro tiene que tener unas reglas propias. Dos libros con las mismas reglas, uno de los dos es malo. Es la decencia mínima que debe tener un escritor. Pero al mismo tiempo tú eres quien eres, y tienes obsesiones, y una mirada, y eso acaba configurando un estilo. Yo me preocuparía mucho si me dijeras "este libro es igual al anterior". Yo escribí Soldados de Salamina, que fue un gran éxito de ventas, pero nunca volví a escribir un libro así, intento por todos los medios evitarlo. Porque sería deshonesto.

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