Cuando un amigo se va
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Cuando un amigo se va queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.
Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
y se empieza a rebelar,
el duende manso del vino.
Cuando un amigo se va
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.
Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacio,
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Hay un niño en cada hombre
Fragmento
Hay un niño en cada hombre,
si no se quiere perderlo
y es él, quien siempre se asoma
al balcón de los consuelos,
quien nos devuelve los años
de niño de carne y huesos,
esos años de la infancia,
esos años de los sueños.
A ese niño en cada hombre,
que todavía conservo,
yo quiero decirle cosas
que a mis amigos no puedo,
hablarle pausadamente,
como si fuera un abuelo,
de las piedras del camino,
de lo malo y de lo bueno.
Expertos en calcetines
aunque lleven agujeros,
que ni siquiera se atreven
a mirarse en un espejo.
Consumidores mediocres,
por los cielos de los cielos,
de la carrera asustada
de las liebres y los ciervos.
Quiero decirle a mi niño,
……………………………
No te duermas niño,
no te duermas, no,
yo te necesito
en mi corazón.
Hay un niño en cada hombre
si no se quiere perderlo
y es él quien siempre se asoma
al balcón de los consuelos.
Hay un niño en cada hombre,
que todavía conservo,
y a quien yo le digo cosas
como si fuera un abuelo,
y es él quien, al fin y al cabo,
me va mostrando el sendero.
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